Cualquier desprevenido podría pensar que es el título de un tema de Joan Manuel Serrat, pero en este caso el cómplice de una excelente jornada de pesca no fue precisamente el catalán.

Salimos de La Marina a las 8 llevando como destino los famosos malecones de Berisso.

Pasamos por Prefectura y al acercarnos a río abierto notamos que estaba muy movido. Acto seguido decidimos quedarnos probando suerte en el canal de acceso, hasta que el viento amainara. Debo decir que nos fue bastante bien. Cerca del mediodía pudimos acercarnos al destino elegido por el amigo Héctor, que además de guía y capitán es un gran pescador, de hecho sacó las piezas más importantes, entre ellas una boga de 4 kg.

Finalizamos la pesca a media tarde con un balance que arrojó buenas bogas, lindo día y como ya es costumbre, la amabilidad e idoneidad del Capi, el Negro Hall.

Hasta la próxima pesca.

Claudio y Alejandro.

Es muy importante reflexionar sobre el destino de las bogas pescadas. La devolución de las capturas tiene que ocupar un lugar preponderante en nuestro plan de pesca porque esta maravilla que hoy estamos disfrutando debe perpetuarse. De otra manera, las esplendidas bogas de los malecones de Berisso también engrosaran el triste libro de recuerdo de buena pesca.

Demás esta decir, que el buen deportista no debe utilizar anzuelos triples que lastiman  demasiado la frágil boca de la boga y la privan de tener una lucha pareja.

Héctor Hall.