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11 de Enero del 2008 Tentación grande. Por: Mario pescador. |
Todos los pescadores que vivimos en la Capital Federal sabemos que para la época del verano Berisso se empieza a presentar como una tentación grande que tiene una simple palabra de dos sílabas: bo-gas, y de las buenas. El año pasado mi hermano y yo habíamos hecho una excelente pesca organizadas por Héctor Hall. Por suerte además conocimos a ese experimentado conocedor de Río de la Plata que es Ricardo, el “Ricky” y que colabora con Héctor en las salidas. Esta vez fue mi primo Julio (que había visitado repetidas veces la página www.pescaenberisso.com.ar viendo mis bogas de 2008) el que organizó la salida contactando con ese experimentado guía. Yo, contento, le dije: “Si vos organizas, contá conmigo”. Y él me dijo: - Ok, vamos con mi carnicero del barrio. Fue por esa razón que salimos un domingo, ya que la carnicería solo cierra los domingos. Yo me había imaginado un hombre de más de 60 con gran experiencia en la pesca y en el oficio de la carne. Mucha fue mi sorpresa cuando apareció un joven baluarte oriundo de Chivilcoy con menos de 30 años y con unas ganas locas de hacerle unos tiros a la boga con entusiasmo casi adolescente! Además, como pudimos comprobar después en la embarcación, don Miguel Alberto, de la Carnicería Popey, de Av. Nazca casi esquina Carranza, resultó ser un especialista en matambres arrollados de los más variados y excelentes en sabor y calidad, a juzgar por el éxito que tuvieron los sándwiches que empezó a repartir una vez que la pesca estuvo hecha, (claro, antes ni por asomo!). Nuestro amigo había tenido experiencias de pesca en su tierra natal, pero grande fue su asombro al enfrentarse a la inmensidad del Río de la Plata en esa salida que es el canal de Río Santiago y los malecones. Se preveía viento, que en esta temporada ha sido implacable, y buen tiempo. El sol brillaba y el viento evitaba que nos “fritáramos” en el bote. Era un día ideal para la pesca y estábamos muy contentos de estar saliendo!!! Ya amarrados al malecón, mediando una maniobra de maestro de Ricardo, las cañas fueron al agua. Simple: las dos primeras horas tuvimos tres piques. Cebamos. Nada. Todas las lanchas se movían, nadie se quedaba en su lugar, y algunos hasta se fueron. Nosotros dijimos, indicados sabiamente por Ricardo, nos quedamos quietos y cebamos un poco. Apostamos y esperamos. Y realmente: VALIÓ LA ESPERA!!! Y la paciencia!!! La espera nos dio tiempo a experimentar unos ricos panes con chicharrones que nuestro carnicero amigo trajo de la panadería del barrio, el panadero amigo (a quien le mandó por celular la primera boga que subió al bote – se ve que ahí la competencia es fuerte!). (En verdad la segunda ya que la primera se le escapó porque confundió la cosa y pensó que estaba pescando taruchas en los canales de Chivilcoy, a juzgar por los cañazos del hombre). El que sacó la primera en tiempo y tamaño fue mi primo Julio. Tan bueno fue el pique que, a pesar de no haber tenido ni un pique largué la caña y le hice un video tan bueno que está para la tele! Una boga de más de 2 kilos salió tras buena pelea y quedó muy bien registrada la pelea de más de 6 minutos. Al rato, nuestro amigo Miguel Alberto clavaba dos seguidas y a estas las trató mejor y más sabiamente, atento a los consejos de Ricardo, era un placer ver la alegría de ese muchacho. De ahí en más le siguió dando y sacó varias más muy interesantes como podrán comprobar con las fotos. Yo tranquilo, caña en mano tomaba sol y registraba la pesca de los otros. Con tranquilidad y sin desesperar me decía a mí mismo: ya va a llegar el pique ese que estás esperando y, sin dejar de estar atento, disfrutaba del río y de la charla Al rato, el pique fue feroz y la batalla duró lo suficiente como para hacerme sentir el cansancio en la mano: boga de más de 3 kilos: bellísima! Luego de eso; (una vez que todos los del bote han pescado una o dos), el clima se pone menos tenso y se larga la charla y las cargadas de rigor. Yo les decía a mis compañeros que ellos habían sacado las primeras bogas por que estas formaban parte del pelotón de suicidas y que la mía era del equipo de inteligencia, por lo que se requerían más habilidades para engañarla y sacarla. Pescamos parejo y devolvimos más del 50 % de las que pescamos. Cada uno trajo lo suyo con discreción (3 a 4 bicho por caña) y espíritu de conservación y respeto por la naturaleza. A las 15 estaba hecha la pesca, la Virazón ya estaba haciendo estragos en las aguas del Plata, así que al rato nomás estábamos en la costa, refrescándonos y comiendo ricas exquisiteces de la Carnicería de Miguel Alberto. Miguel, agradecido por la buena pesca, reconoció que nunca había hecho una pesca de este tipo y agradeció efusivamente a Ricardo, con nuestro acuerdo y apoyo, el excelente trato y la sabiduría demostrada en una buena pesca en una jornada que parecía difícil de entrada. Miguelito se quedó con tanto entusiasmo que no paraba de repetir: “Hay que hacerlo más seguido, hay que hacerlo más seguido….” Y no se ahorraba nada en mostrar lo contento que estaba. Un abrazo y vean las fotos!
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