A fines de Noviembre, luego de hacerle los últimos tiros al mimoso, hicimos los primeros intentos a la boga; si bien los portes fueron de medianos a chicos, la sucesión ininterrumpida de piques hacían presagiar una temporada interesante. Fue así que junto a mis amigos Hugo Iglesias, Juan Monteverde, y Luciano Spagna, organizamos ésta salida y a las ocho en punto nos encontramos con Hector, quien ya tenía la Gianella lista para rumbear hacia los malecones.

 Las condiciones climáticas eran ideales; cielo despejado y viento leve del noreste que ni siquiera rizaba el rio.

Situados en el lugar de pesca, era un placer ver a las grandes bogas lomear entre los palos; faltaba solamente que picaran... y no pasó demasiado tiempo, para que Hector clavara la primera grande. A continuación y durante el resto de la mañana, los piques se fueron dando uno tras otro, y en todas las cañas, con portes que oscilaron entre los dos y los cuatro kilos,  donde cada clavada era una pelea, ya que la boga ejercía toda su fuerza y su astucia por liberarse, obligándonos a concentrarnos al máximo y a trabajar muy bien con la estrella del reel, ya que el mínimo descuido significaba un corte de la línea (nos sucedió en un par de oportunidades)

 A las dos de la tarde, y con el rio que empezaba a picarse, decidimos dar por finalizada la jornada. Quince bogones en el cajón, y otros tantos devueltos, fueron mas que suficientes.

 Gracias Hector, por el profesionalismo que venís demostrando hace años  y por tu espíritu conservacionista, y a mis amigos por compartir una de esas pescas memorables, que quedará grabada en nuestras retinas por siempre.